A menudo, el final del otoño marca un momento crucial en el mantenimiento de las motos. El frío hace que montar sea más incómodo y las lluvias, aparte de convertirse en heladas agujas pueden hacer del pavimento algo mucho más peligroso.
Por ello, hay muchos moteros que optan por guardar la moto y protegerse con la calefacción del coche. Aunque en España tenemos la suerte de contar con buenas condiciones durante casi todo el año, si vamos a guardar la moto hasta la primavera conviene seguir unos sencillos pasos.
En primer lugar, es necesario hacernos con las herramientas necesarias para preparar nuestra moto: un cargador de batería, aceite y su filtro nuevos, estabilizador de gasolina, spray de WD40, una cubierta de motos transpirable, elementos de limpieza y, por supuesto, un lugar dónde guardarla. El viento y la humedad son tus enemigos.
1. Limpia tu moto a fondo.
Para comenzar, vamos a limpiar la moto a fondo. Cualesquiera que sean las impurezas que haya acumulado en sus viajes, las limpiamos con agua y jabón (con cuidado de no meterlo en el tubo de escape), las secamos y pulimos las piezas de metal con un producto apropiado. Al acabar, enceramos la pintura y aprovechamos para revisar la cadena: limpiar, tensar y engrasar.
2. Llena el depósito. Llenamos el depósito de gasolina hasta el borde, para evitar condensación interna. Aprovechamos para arrancar la moto para que la nueva gasolina entre en el carburador e inyectores y luego cerramos la llave de paso. Es un buen momento para añadir estabilizador de gasolina y asegurar que no se degrada durante estos meses sin uso.
3. Cambia el aceite.
Aprovechamos que hemos arrancado el motor para calentar el circuito y cambiamos el aceite del motor (a menos que lo hayamos cambiado hace poco), ya que su composición química cambia durante el tiempo y puede corroer partes del motor.
Y, hablando de engrase, aprovechamos para echar aceite en las horquillas delanteras. Cuando estén cubiertas, con el freno sujeto, movemos la suspensión arriba y abajo para que se lubriquen bien.
4. Cuida la bateria de tu moto.
Desenchufamos la batería para evitar que se descargue y cubrimos los conectores con una fina capa de vaselina.
5. Sistema de refrigeración.
Si tu moto es de refrigeración líquida, es conveniente comprobar el nivel de anticongelante. Este elemento debería reemplazarse cada dos años o cuando el nivel esté bajo, para evitar que se oxide el sistema de refrigeración.
6. Articulaciones.
Lubricamos los cables con un poco de vaselina, especialmente las zonas de suspensión, giro y rozaduras. Aprovechamos también para comprobar el estado de los frenos: nivel de líquido y zapatas.
7. Cuidado con el cuero.
Para los elementos de cuero es recomendable usar un producto que lo mantenga hidratado y terso, como grasa de caballo (sin pasarse, que mancha hasta que es absorbido).
8. Último repaso.
Por último, aprovechamos para limpiar las superficies metálicas (los frenos no, evidentemente) con un poco de aceite tipo WD40 y cubrimos la salida del escape con un paño para evitar que entre ningún huésped no deseado.
Finalmente, cuando acabamos todos estos pasos, cubrimos la moto con su manta y estará lista para esperar hasta la primavera.
Es interesante que la moto no repose directamente sobre el cemento, sino sobre una plancha de contrachapado o una alfombra vieja, que sirvan de aislante contra el frío suelo y la humedad. Si lo tienes, usa un gato para quitar el peso de la rueda trasera.
Aunque estos pasos sean más frecuentes en otros países, es cierto que en España hay muchos moteros que prefieren usar sus monturas en los días agradables. Sigue estos pasos y protegerás a tu moto durante los meses que esté sin uso.
Y si nos hemos dejado algo en el tintero, no dudes en dejar un comentario o pasarte por el taller si prefieres que te lo expliquemos en persona.
¡Ya disfrutarás de la moto en primavera!
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.